El avance científico nunca deja de sorprendernos, y el reciente logro de un equipo de científicos rusos es un testimonio impactante de la capacidad humana para desafiar las barreras del tiempo. La historia comienza en las gélidas tierras de Siberia, donde los investigadores del Instituto de Biofísica Celular han conseguido algo que hasta hace poco parecía imposible: revivir plantas de la especie Silene Stenophylla a partir de frutos congelados durante 30,000 años.
Este fascinante descubrimiento se suma a la creciente lista de logros científicos que desafían nuestra comprensión del tiempo y la vida. La planta Silene stenophylla ahora ostenta el título de la planta más antigua jamás llevada a la vida, superando incluso a la semilla de palmera conservada durante 2,000 años en Israel. El hecho de que este renacimiento vegetal provenga de un fruto encontrado en las profundidades congeladas de Siberia añade un matiz aún más intrigante a la narrativa.
El líder de la investigación, el profesor David Gilichinsky, falleció poco antes de que se publicaran los resultados, dejando tras de sí un legado científico que despierta nuestra imaginación y cuestiona nuestras percepciones sobre la longevidad de la vida. Gilichinsky y su equipo, mientras investigaban las madrigueras donde hibernaban las ardillas, descubrieron los frutos congelados que albergaban la clave para este milagro botánico.
El proceso de resurrección vegetal no fue sencillo. Los intentos anteriores para cultivar semillas antiguas habían fracasado en el laboratorio cerca de Moscú. Sin embargo, el éxito llegó cuando el equipo utilizó elementos de la fruta distintos a las semillas, específicamente el "tejido placental". Este enfoque inusual revela la tenacidad y la creatividad de los científicos rusos frente a los desafíos aparentemente insuperables.
La teoría detrás de este logro extraordinario sugiere que las células del tejido están llenas de sacarosa, proporcionando así alimento a las plantas en crecimiento. Esta revelación no solo nos brinda un fascinante vistazo a la biología de las plantas, sino que también plantea posibles aplicaciones prácticas, como el uso de azúcares como conservantes eficientes, incluso para vacunas en entornos cálidos.
Las plantas resucitadas, aunque levemente diferentes de sus contrapartes actuales, ofrecen una ventana al pasado. Compararlas con las Silene Stenophylla contemporáneas revela sutiles diferencias en la forma de los pétalos y en el sexo de las flores, sugiriendo que la investigación de este tipo no solo tiene implicaciones en la evolución, sino que también puede arrojar luz sobre las condiciones climáticas del pasado milenio.
Lo más emocionante de este descubrimiento es la posibilidad de aplicar estas técnicas para revivir plantas ya extinguidas. ¿Guardaron las ardillas en sus madrigueras semillas de especies desaparecidas? Esta pregunta nos sumerge en un territorio científico aún más emocionante y desafiante. La idea de poder recuperar flora que creíamos perdida para siempre nos obliga a reconsiderar nuestro impacto en el medio ambiente y la urgencia de la conservación.
Te compartimos algunas de nuestras referencias
Balck, R. (2012). Una planta que vuelve a la vida 30.000 años después. BBC News Mundo. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/02/120221_plantas_resucitadas_ar
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