Las hormigas son insectos sociales que desempeñan un papel importante en los ecosistemas. Son depredadoras, carroñeras y descomponedoras, y juegan un papel importante en la dispersión de semillas y polen; por otro lado, los hongos también son organismos importantes en los ecosistemas. Son descomponedores, y juegan un papel importante en el ciclo de nutrientes.
La relación entre hormigas y hongos es compleja y fascinante. Algunas hormigas se asocian con hongos en una relación simbiótica, en la que ambos organismos se benefician. Por ejemplo, hormigas cortadoras cultivan hongos (Leucoagaricus gongylophorus) en el interior de sus colonias. Estos hongos crecen en cámaras en el interior de los hormigueros en forma de micelios. Las hormigas alimentan a sus socios fúngicos con las plantas que cortan y se apropian de pequeñas vesículas llenas de nutrientes que los hongos forman en sus filamentos. Las obreras extraen esas vesículas y las utilizan para alimentar a las larvas.
Sin embargo, otras hormigas se asocian con hongos en una relación parasitaria o parasitorídica. En estas relaciones, los hongos se benefician de la hormiga, mientras que la hormiga puede sufrir daños o incluso morir.
Hay muchos ejemplos de parasitoridismo de hongos en hormigas, el mas popular en la actualidad es un hongo, una especie de Ophiocordyceps, tiene como objetivo a las hormigas carpinteras que pueblan la bóveda de la selva tropical tailandesa. El parásito secuestra el sistema nervioso de las hormigas, lo que las lleva a comportarse de forma anormal (y bastante específica), de modo que ayuda al hongo a reproducirse.
Al principio, las hormigas infectadas llevan a cabo su rutina normal: viven en sus nidos, interactúan con otras hormigas e incluso se alimentan. A medida que pasa el tiempo, la parte de hongo aumenta hasta que la conducta de la hormiga ya no es la suya propia.
Mientras que las hormigas normales rara vez se desvían de un camino marcado sobre el árbol, las hormigas infectadas deambulan sin dirección y sufren convulsiones que provocan que estos animales caigan de la bóveda de la selva. Una vez han caído, las hormigas se quedan sobre el frondoso sotobosque a una altura con un clima fresco y húmedo que la bóveda selvática, unas condiciones perfectas para que el hongo se reproduzca.
Pasados unos días, el hongo ordena al insecto que se aferre a una hoja. Las células del hongo, que se multiplican dentro de la cabeza de la hormiga, provocan entonces que las fibras se separen en los músculos que abren y cierran la mandíbula de la hormiga; esto da lugar a una “contracción mandibular”, que hace que la hormiga infectada sea incapaz de liberarse de la hoja, incluso después de morir, lo que da lugar a un ambiente estable alrededor de la hormiga para que el hongo crezca. Llegada esta etapa, el hongo utiliza un veneno para matar a su huésped.
Unos días más tarde, el hongo crece y sale a través de la parte superior de la cabeza de la hormiga muerta, como si fuera un cuerpo fructífero o un estroma. Con cierto parecido con la cornamenta de un ciervo, este estroma libera esporas que serán recogidas por otra hormiga errante.
El parasitoridismo de hongos es una relación compleja y fascinante. Es una relación que todavía no se comprende completamente, pero que tiene un impacto significativo en los ecosistemas y en las poblaciones de hormigas.
Te compartimos algunas de nuestras referencias
Wang, X. L., & Yao, Y. J. (2011). Host insect species of Ophiocordyceps sinensis: a review. ZooKeys, (127), 43.
Khonsanit, A., Luangsa-ard, J. J., Thanakitpipattana, D., Kobmoo, N., & Piasai, O. (2019). Cryptic species within Ophiocordyceps myrmecophila complex on formicine ants from Thailand. Mycological progress, 18, 147-161.
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